sábado, 19 de mayo de 2012

Grano a grano | Algunos Beneficios, Prejuicios y Perjuicios del Café



Claro que el café es un veneno lento;
hace cuarenta años que lo bebo.
VOLTAIRE
“Buenas tardes; un capuccino caliente con extra shot, por favor… ¿Tiene descafeinado?”
El café, además de ser la solución a la mayoría de estudiantes, médicos y cualquier ser humano para alargar sus horas de vigilia, provee diversas ventajas al cuerpo, mismas que se han convertido en motivo de constantes observaciones. Es menester conocer cuáles, para asegurar un mejor consumo del mismo; para ello, es preciso partir de aquellos prejuicios y mitos en torno a tan famoso, codiciado y cotidiano granito.
El café, ¿una adicción? Sí y no. Según diversas investigaciones, sus efectos no se asemejan en sía los de la cocaína y el LSD, pero una persona puede tornarse adicta del mismo modo que lo es al trabajo o a la televisión, al grado de entonces generar una dependencia física.
¿Produce insomnio? El café es un estimulante, retrasa el sueño; sin embargo, en personas sensibles sí lo produce. La Dra. Marie-France Vecchierini del Centro del Sueño y de la Vigilancia en París, explica que la cafeína que se ingiere durante el día, se almacena en nuestro cuerpo, provocando una estimulación en el sistema nervioso y altera a los receptores de adenosina. La adenosina es considerada como “un factor de inducción de sueño. Se acumula en el cerebro durante las horas de desvelo […], para luego liberarse y disminuir los estados de excitación y provocar el sueño” (Fuente: medicinayfarmacologia.blogspot.mx).
¿El café elimina el dolor de cabeza? Sí, la cafeína porta un efecto que permite disminuirlo y/o aliviarlo; aquellas personas que acostumbran un consumo regular y súbitamente dejan de beber, sufren dolores de cabeza, somnolencia o fatiga.
¿Aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas? No, ni incrementa los niveles de colesterol o produce alteraciones del ritmo cardiaco.
¿Produce cáncer y diabetes? “El café ayuda a prevenir el cáncer de colon”, explicó Thomas Hoffman, director del Instituto de Química de Alimentos en la Universidad de Munster, en Alemania; sin embargo, las investigaciones del Centro Médico de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, establecen que los diabéticos comunes podrían mejorar sus niveles de glucosa en sangre si dejaran de consumirlo.
¿El café degenera el cuerpo? Mancha los dientes, al igual que el alcohol y el tabaco, pero es un antioxidante para la piel.
¿Previene el Parkinson? Según varios estudios, la cafeína contribuye a la incidencia de no padecerlo en un 80%.
La cafeína entra rápidamente en la sangre, siendo su permanencia duradera. Según un artículo en internet cuyo autor es Alberto Elósegui, autor y editor español, los “cafeinómanos” duran hasta siete días con el café en la sangre; en las mujeres embarazadas la cafeína viaja a los órganos fetales y al líquido amniótico. Ayuda a prevenir el consumo de drogas y alcohol, disminuye la incidencia de suicidios, cirrosis y depresión, aumenta la energía física sin causar dependencia, y propicia el rendimiento escolar en 10%.
Hoy, México ocupa el quinto lugar mundial como país exportador de café, y el sexto como productor después de Brasil, Vietnam, Colombia, Indonesia y Etiopía, con un volumen de producción que oscilaba en el 2008, entre los 4 y 5 millones de sacos anuales. Pese a ello, su consumo es uno de los más bajos (700 gramos por persona aprox.), tal vez por la falta de difusión para incrementar el consumo, la carencia de cultura de café de los mexicanos y los tabús que existen referentes a la salud. En El libro de los datos inútiles de la revista Algarabía se publicó que, curiosamente, el país que más consume café es Finlandia: 4.3 tazas al día por persona.
Finalmente, algunas recomendaciones no están de más:
·    Si es usted sensible a la cafeína, procure no consumirla a partir de las 4 de la tarde;
·    La cafeína ayuda a los deportistas únicamente por 10 o 15 minutos;
·    Si desea dejar de ingerir café –o cafeína–, hágalo de forma gradual para evitar dolores de cabeza;
·    En niños sensibles, ocasiona nerviosismo, irritabilidad o ansiedad;
·    Si usted posee tensión alta, cardiopatía coronaria o úlcera péptica, entonces consulte un médico.


El café fuerte me resucita, me causa
un escozor, una carcoma singular, un
dolor que no carece de placer. Más me
gusta, entonces, sufrir que no sufrir.
NAPOLEÓN BONAPARTE

©Todos los derechos reservados.

martes, 15 de mayo de 2012

Un café para Camilo José...

Encontré el siguiente fragmento en otro blog, y admito que no lo había leído pese a "leer" la obra de Camilo José Cela. Bueno, ahora tengo un motivo más para enfocarme a ella...
Eso sí, disfruté mucho la película.

«En el café de doña Rosa, como en todos, el público de la hora del café no es el mismo que el público de la hora de merendar. Todos son habituales, bien es cierto, todos se sientan en los mismos divanes, todos beben en los mismos vasos, toman el mismo bicarbonato, pagan en iguales pesetas, aguantan idénticas impertinencias a la dueña, pero, sin embargo, quizás alguien sepa por qué, la gente de las tres de la tarde no tiene nada que ver con la que llega dadas las siete y media; es posible que lo único que pudiera unirlos fuese la idea, que todos guardan en el fondo de sus corazones, de que ellos son, realmente, la vieja guardia del café.
Los otros, los de después de almorzar para los de la merienda y los de la merienda para los de después de almorzar, no son más que intrusos a los que se tolera, pero en los que ni se piensa. ¡Estaría bueno! Los dos grupos, individualmente o como organismo, son incompatibles, y si a uno de la hora del café se le ocurre esperar un poco y retrasar la marcha, los que van llegando, los de la merienda, lo mimran con malos ojos, con tan malos ojos, ni más ni menos como con los que miran los de la hora del café a los de la merienda que llegan antes de tiempo. En un café bien organizado, en un café que fuese algo así como la república de Platón, existiría sin duda una tregua de un cuarto de hora para que los que vienen y los que se van no se cruzasen ni en la puerta giratoria.

En el café de doña Rosa, después de almorzar, el único conocido que hay, aparte de la dueña y el servicio, es la señorita Elvira, que en realidad es ya casi como un mueble más.
-¿Qué tal, Elvirita? ¿Se ha descansado?
-Sí, doña Rosa, ¿y usted?
-Pues yo, regular, hija, nada más que regular. Yo me pasé la noche yendo y viniendo al wáter; se conoce que cené algo que me sentó mal y el vientre se me echó a perder.
-¡Vaya por Dios! ¿Y está usted mejor?
-Sí, parece que sí, pero me quedó muy mal cuerpo.
-No me extraña, la diarrea es algo que rinde.
-¡Y que lo diga! Yo ya lo tengo pensado: si de aquí a mañana no me pongo mejor, aviso que venga el médico, así no puedo trabajar ni puedo hacer nada, y estas cosas, ya sabe usted, como una no esté encima...
-Claro.»

Camilo José Cela, La Colmena

sábado, 5 de mayo de 2012

Opinión | Sobre las cápsulas de café

[Comentario personal]

A raíz de un artículo publicado en El País Semanal, hace poco más de un año, pensé en compartir la siguiente opinión sin pretender herir susceptibilidades y respetando el gusto de cada quién. 
Tras leer este párrafo anterior, podría pensarse "¿cuál es el asunto tan serio que se va a tratar aquí?", "¿de qué está hablando quien escribió esto?", "ay, mejor me voy al facebook...". Pues venga, el tema a tratar es sobre un elemento mucho más importante en la vida, más arcaico y que ha inspirado y seducido al mundo con su fragancia sutil y su poder silencioso.
El café.  
Sí es: Ese pequeño morenito partido a la mitad y que al pasarse por agua caliente, se cuela y nos envicia y nos acompaña en momentos de todo tipo. 
Personalmente, AMO EL CAFÉ. Y mi amor por él no es únicamente beberlo en alguna cafetería en particular, sino que me interesa conocer su cultivo, su cuidado, su cosecha, su variedad natural y la diversidad en que se prepara antes de presentarse en la taza del consumidor. 
Es por tal motivo, que capturó mi interés el artículo de la revista de El País del cual ya hice mención, escrito por Sergio C. Fanjul. El título es "Otra Forma de Hacer Café"; posteriormente se añade la siguiente introducción: "Cada minuto de 2010 se consumieron 12.300 tazas de Nespresso. Este es un viaje al origen de un fenómeno social que en 25 años se ha situado como la rama más rentable de Nestlé".
Curiosamente, hace casi un mes probé por vez primera esta -ya no tan- novedosa metodología. Un ristretto. La capsulita negra, introducida en una hermosa y brillante cafetera roja con un compartimento para agua y otro para leche, con lanceta para espuma incluida. Una maravilla de verdad esa máquina, cualquiera se siente atraído hasta por ese color tan vivo como un cafeto. Y tan sencilla de usar y limpiar, sin tener que pasar el trapo por la barra para retirar los granitos de café molido que se cayeron en su trayecto de la bolsa a la máquina en una cuchara temblorosa, por ejemplo. Uno, dos, y hasta tres click, y ¡listo! ¡Un café rápido y BONITO! Sin el exceso de espuma que a veces me desespera en el capuccino que me preparara el barista a dos cuadras del trabajo. Una no recorre dos cuadras por espumarse la cara y oler a leche.
Además sentí una ligereza en la conciencia cuando me repetí: No es como el café instantáneo. 
Pero... la bebida, a pesar de contar con las características de acidez, cuerpo, aroma, no me pareció que llegara a un "excelente café". Estaba bien, era esperable, y si probamos una segunda, tercera y cuarta taza (llegando a los parámetros del consumo diario de un finés), tendríamos la seguridad de que todas son iguales, el sabor no varía.
Precisamente ahí: no hay variedad entre un "dulsão do Brasil" y otro. No existe esa relación, ese pacto entre las manos de quien prepara y el granillo misterioso; tampoco hay ese cuidado en la medición del agua, y definitivamente no hay elemento sorpresa. No lo hay. En cambio, y quizás como consecuencia de nuestra globalización, hemos hecho un acuerdo: Sacrificamos las sorpresas por la rapidez, la economía de tiempo.

La gente ya no quiere canjear su tiempo por aquellos pequeños placeres. 


Preferimos a George Clooney con un cafecito instantáneo y de fondo musical sensualón, que a Juan Valdés y su familiaridad en el diseño. Claro, yo no me quejo si Clooney me invita un café, sinceramente, aunque él prefiera su Descafenatto (buscar el comercial)...

La cuestión de la novedad es una de las leyes básicas de todo negocio introductorio, y la perdurabilidad depende tanto en su marketing como en la calidad del producto. Sin embargo esta novedad posee como mantra la siguiente línea: "Lo que vendemos no es un café, es una experiencia" (conclusión del artículo de Fanjul).
Soy de la idea de que los cafés en cápsula proporcionan, efectivamente, rapidez, novedad, e inclusive una experiencia de vanguardia. No obstante, prefiero usar las cafeteras de antaño y divertirme con la cantidad de grano o el nivel del agua, buscar el balance perfecto para mi paladar, invertir unos minutos más en la elaboración de una bebida que acompaña mi tarde, sea sola o acompañada, conversando o leyendo algo por ahí. Me gusta caminar esas dos cuadras o tres o media sólo para ir a un punto del grandísimo mundo, pedir mi café como me gusta y esperar recibirlo mejor. Si me decepciono, bueno, ya lo intentaré de nuevo, pero al ritmo que me permite disfrutar las cosas, la virtud de lo inesperado, su riesgo.

Con licencia, 
buenas noches.