sábado, 7 de diciembre de 2013

Granitos | Buen café americano en Santiago de Compostela

Suena extraño, ¿verdad? Sí, sí, puedes leer el título otra vez, es cierto: buen café americano en Santiago de Compostela, Galicia... España... Así es, buen café estilo americano. 
Les cuento: Hace unas semanas fui a este lugar llamado "Cervecería 100 Montaditos" en busca del platillo típico del lugar. Un montadito, para quienes no lo saben, es como un mini-bocadillo y la particularidad de este lugar es que se especializa en la materia... ¡Hay de todo! Mi favorito es uno con salmón, queso crema y algo más (el número 77 creo o 78...) pero todos se ven deliciosos. Ofrecen otro tipo de alimentos, la mayoría salados, e incluso tienen una variedad de montaditos dulces, con chocolate, chispitas, nata montada, m&m, oreo... ¿A que suena bien?
Bueno, pues en un lugar así fue que encontré, by far, el mejor café americano que he probado en Santiago, y vaya que he probado una cantidad considerable. La historia comienza así: Ese día tuve un día largo, hice varias cosas, corrí mucho y hacía frío así que, en vez de pedir un refresco, agua o cerveza para acompañar mi selección de montaditos, pedí a la chica un café "sólo largo". "¿Americano?" preguntó y pensé «bien, alguien que sabe»; asentí y presté atención a cómo preparaba mi bebida. Voy a ser muy sincera: desde el año pasado me acostumbré a ver que los que preparan café en Santiago y en La Coruña sólo rellenan el filtro con café, lo aplastan con una placa del mismo molino, colocan el filtro en la máquina, presionan un botón y dejan el agua correr hasta que llegué a la medida de la taza. Sea americano, sea café solo, sea un solo largo... sea lo que sea y tanto descuido, en lo personal, me irrita pero, con el tiempo y prestando atención, te das cuenta de que ésa es la forma en que se hace el café en estos lugares. Es como la gente aprendió, es el modus operandi que todos aprenden... Sorprende, ¿no? Siendo el café (con o sin leche) algo tan importante en el día a día del español, habiendo tantas cafeterías, tantas máquinas, tantas mezclas a la venta... Causa impacto para cualquier extranjero, creo yo, al menos de los provenientes al otro lado del Atlántico.
En fin, por esta razón dejé de prestar mucha atención en cómo se prepara el café; entre más me concentro en ello más me irrito y se arruina el punto, ¿saben? Pues, observaba a la chica preparando el café y mi sorpresa fue: colocó la taza, apagó la máquina a la onza y después añadió agua caliente de la máquina hasta un centímetro antes de tocar el borde. Es decir, lo hizo como se debe. No me lo creía. Cuando preparas un americano en una máquina de cafetería, eso es lo que se hace. Preguntas "suave, fuerte o regular", calculas la cantidad de onzas necesarias y al resto de la taza, añades agua caliente. De esta manera NO QUEMAS EL CAFÉ Y NO LO ARRUINAS. Cuando me entregó mi tacita para que yo la llevara a la mesa, le dije "tú sí sabes preparar el café, ¿verdad?"; se rió y me dijo: "bueno, me gusta prepararlo como a mí me gusta, como yo lo tomo". Esperen que esto merece un destaque:

Me gusta prepararlo como a mí me gusta, como yo lo tomo.

Ésa es la clave, ladies and gentlemen. Ésa es la clave. 
Cuando haces algo con ganas, por mínimo que sea, se nota. El café estaba delicioso, y más con la idea de que esta chica de cabello corto bien estilizado estaba -tal vez sin pretenderlo- haciendo una diferencia. Está poniendo su granito de arena y sería bueno que todos empezáramos de una vez.

NOTA: Si alguien me puede recomendar un buen lugar para tomar café en Santiago, por favor que me lo diga en los comentarios. Me queda visitar el café Venezia donde fue premiado hace unos tres años el mejor barista de Galicia. 

sábado, 30 de noviembre de 2013

Rutinas

6:45, ya es hora de levantarse. Alicia abre los ojos segura de que ése no es el día para otro "5 minutos más". Se dirige a la cocina sin importarle el frío que crece hacia sus pies como enredaderas; maldice a la puerta por no abrirse a su paso, recorre la cortina vieja de la cocina y alza las manos hacia el gabinete en búsqueda de su cafetera, pero todo sin ver. Su mente ya repasaba uno a uno y en desorden la lista de pendientes para el día. Desenrosca el depósito superior, lo llena con agua del grifo hasta la válvula y lo deja a la mano antes de buscar el bote del café. El móvil resuena la alarma de nuevo y Alicia corre para no despertar a los vecinos. Ya está. «La cama se ven tan atractiva...». Se manda de regreso a la cocina y alcanza el bote de café con diseños vintage de la torre Eiffel, la torre de Londres y la torre de Pisa. «Algún día...». Rellenó el filtro con su café de supermercado al 2x1 y enroscó de nuevo la parte superior de la máquina; dejó la cafetera a fuego lento y dio los tres pasos acostumbrados hacia el baño. Abrió el grifo y se lavó los sueños con agua tibia y jabón. Salió y dejó caer el café sobre la taza con dibujos de sombreros. «Música para mis oídos...».
     Hizo a un lado la taza y se inclinó sobre la barra para alcanzar la gradación del molino. Con sólo ver el café saliendo del filtro, Sebastián ya sabía que aún le faltaba para obtener el buen espresso. «Parece agua...». Se apoyó sobre la barra para alcanzar el botón sin dejar de contar los treinta segundos de regla. Poco importaba mantener el tiempo pero tenía demasiadas mañas sobre los tiempos de cada cosa... Su paciencia era su segunda mejor virtud; la primera, la calidad de sus espressos cortados. Por eso era imperativo «que la máquina se ponga mona ¡de una buena vez!». Siguiente tanda, «sí se puede...» y el brebaje se deja caer con su suave majestuosidad dividiéndose en mellizos sobre sus onzas transparentes. Al fin olía bien, olía correcto. Sebastián contó los segundos sólo por costumbre, ya sabía que el café saldría a los 28 y que su mejor destino era un latté. Apuró el proceso y sometió la leche a la lanceta, vació uno de los shots en su taza y luego la leche...
     ¡Qué fusión de aromas! Casi tan perfecta como él... ¡Qué manera de oscilar las manos al compás de la música! Verlo tocar la guitarra era casi tan seductor como escucharlo, pero esas manos... no podían existir mejores, mucho menos las suyas, maltratadas entre quehaceres y deshaceres. Sus uñas parecían no crecer desde hacía meses; a Leonor le gustaba creer que se estaban guardando para tiempos mejores... Esas mañas tan horrendas: morderse las uñas y sus alrededores, dejar las costuras de los vestidos hasta la madrugada para poder soñar a su gusto. Cómo unas manos como aquellas podían atreverse a aspirar el tacto con esas tan virtuosas. Soñar con ello ya era una ridiculez por sí sola, nació de eso, pero sonreír por la esperanza era llegar a otro nivel. Era pura y vil locura desafiando a la frialdad de la cordura. Leonor desplazó los dedos para reproducir el siguiente video y se alejó por su segunda taza de café negro, más marrón que de sabor duro. No le apetecía nada pero ya daban las 12 y todavía le faltaba zurcir unos vaqueros que si hablaran, seguro se quejaban del desgraciado que dejara las bastillas hechas tirones. Preparó la cafetera de nuevo. "Nada de recalentados", le había enseñado su madre para combatir ese hábito de la pereza. El filtro de papel en el depósito de plástico y en éste dos cucharadas y media de café por cada taza de agua. ¿Cómo bebería él su café? ¿Con agua o con leche? Seguro que lo endulzaba antes de componer y ponerse a la guitarra... Sí, seguro que lo tomaba con leche y azúcar blanca. Mientras llenaba su taza volvió a mirar sus uñas... Algún día crecerían, algún día sus manos recobrarían su lindura y algún día lo conocería.
     «¡Ay! Quema. Pero lo querías caliente, ¿verdad? Entonces, ¡no te quejes!». El frío no quería ceder por más que el café irritara su garganta. Le sabía a ceniza y estaba demasiado espeso. Don Viriato enjuagó su jarra de peltre y volvió a llenarla de agua; colocó el filtro de tela con el café y puso el fuego medio. Abrió la ventana de la cocina que daba al edificio de enfrente y dejó correr el agua del grifo sobre la única taza sucia, esperando con la boca abierta el momento oportuno. Sus grandes ojos verdes forzaban sus dotes para entrever más allá de la cortina de encaje. No demoraría... era lo habitual. Quizás debía subirle a la flama para que el aroma se dispersara con mayor rapidez. Se giró a la estufa y entonces lo escuchó. De nuevo el griterío, las excusas y los portazos, todos provenientes de la ventana con encaje. No se atrevió a mirar, sólo esperaba que el ruido de aquella vez no fuera tan doloroso como para mandar a la chica a la cama que, de seguro, estaba al otro lado del piso. El café perdería su sentido. Por unos minutos sólo se escuchaba el agua borboteando en sintonía con la llama; por unos minutos interminables Don Viriato no sabría qué decisión tomaría ella y eso le causaba un pavor que no por conocido perdía su fuerza. No se atrevía a mirar, ¿qué pasaría si lo descubría? Su ansiedad se incrementaba pero ¿qué hacer? No existía la confianza para preguntarle nada directamente, mucho menos pasar a su piso porque, además de tener dudas sobre la numeración, era evidente y totalmente inadecuado. «Viejo ridículo», se dijo justo a tiempo para reparar en que el café ya había rebasado el límite de la cafetera para desbordarse cual volcán sobre su cuerpo y parrilla. Un "¡mierda!" desató la frustración de Don Viriato. «Eso te pasa por ridículo»; limpió lo que pudo con el trapo maldiciéndose a sí mismo, al café, a la cafetera, al otro tipo y en especial al fuego por su mala suerte. Era tanto su enojo que la chica de la ventana con encaje prefirió no buscarle.
     En su lugar, lanzó el móvil al sofá y marchó hasta el teléfono. Quince minutos después ya estaba en el café de enfrente esperando a sus amigas para ponerlas al tanto. Sacó el espejito del bolso. Para estar pasando por una crisis emocional importante, no se veía tan mal. Su maquillaje se mantenía en su sitio, su cabello brillaba más que nunca gracias al aceite de almendras que le habían recomendado en la estética, su pashmina ondulaba perfectamente alrededor de su largo cuello y hacía un juego increíble con sus labios Dior carmesí. Nadie pensaría que un ingenuo de la belleza y del amor acababa de terminarla, nadie intentaría adivinar por qué era ella quien esperaba a alguien y no era la esperada; y, principalmente, nadie se atrevería a juzgarla como una mujer sola. Lo que ella no imaginó es que a pesar de su belleza, de sus labios rojos, su maquillaje perfecto y su cabello brilloso, Sebastián deseaba, más que nunca, que se largara cuanto antes. Porque ya lo veía venir: el grupito de cinco niñas consentidas que sólo por solicitar una leche especial para cada bebida, eran las más inteligentes del café. Las chicas Splenda, les llamaba, porque eran incapaces de rebajarse a consumir un azúcar como el resto del populacho. Insufribles. ¡Ah! Y gritaban, hacían partícipes de sus novedades a todos los inocentes clientes y empleados que hubiesen tenido la osadía de querer cerrar la jornada con un café. En efecto, a los veinte minutos Sebastián recibió la orden de una mesera que le suplicó no volver a esa mesa: dos chai-latté en agua (¿entiendes la contradicción?), un té verde con miel, un café regular descafeinado y un capuccino sin espuma "pero que no sea latté".

     Ni hablar. El barista apuró todo y llevó la orden a la mesa él mismo por hacerle un favor a su colega pero si volvía a escuchar "le dije a la chica que capuccino y no latté"... Treinta bebidas más tarde ambos empleados dejaban el café a oscuras. Él desapareció en los confines de la avenida y ella corrió a casa para no preocupar a su padre. Para su sorpresa, aún había luz en la cocina; su padre continuaba ahí, con su taza de mocca instantáneo en la mano helada, con sus grandes ojos humedeciéndose hacia la ventana iluminada del piso de enfrente. Pensó que sería el frío pero al no recibir respuesta a su saludo buscó el motivo de su angustia. Observaron una secuencia de sombras a través de una cortina de encaje, en que un hombre se acercaba a una mujer con el ordenador prendido y la máquina de coser enfrente, retiraba una taza hacia el lavabo, le daba un beso en la cabeza a la mujer encorvada sobre la mesa y desaparecía luego con ella por la puerta. La hija le dio un beso en la mejilla a su padre, le quitó la taza de las manos y lo condujo a su habitación. Volvió al silencio de la cocina; a pesar de la calma a su alrededor había demasiado ruido en su cabeza. Aquella chica lloriqueando sin llorar sobre su nuevo ex, aquellas palabras que en su boca eran veneno puro: "hay otra", "no debe ser la gran cosa", "hay mujeres que se conforman con lo que sea", "debe ser una muerta de hambre, así le gustan a él, debiluchas". «Si ella supiera...», se dijo; no se arrepentía, él parecía entender sus sueños, su presente, sus anhelos... Pero. Pero. Pero. Se recargó en el lavabo sintiéndose un verdadero fracaso. Se observó las manos, esas manos maltratadas a causa de su aprendizaje en la barra, más parecidas a las de su padre que a las bonitas manos de la chica Splenda. De repente perdió las ganas de dormir. Prendió el fuego, puso el café esperó el momento oportuno para tapar la italiana. Un líquido más oscuro que nunca se derramó con cuidado sobre el depósito, cual si se excusara por la intromisión. No burbujeó. Terminó de caer y se quedó muy quieto escuchando a su dueña rebuscar entre las tazas aquella mediana perfecta para las noches así. Una nueva música emergió, la leche liberándose de su caja para esperar paciente por la llegada de sus compañeros. El líquido oscuro cayó con alegría discreta en la taza y aguardó a que el polvoroso mascabado se uniera a la reunión. Pronto serían uno, pronto serían los mejores amigos con un objetivo y pronto su existencia cobraría un nuevo sentido.

Poema

Lo escribí hace un tiempo, me acordé de él, lo retoqué, y aquí se los dejo.

Tocarte con las yemas frías,
y que de tu alma oscura
la calidez fluya de mis dedos
a mis venas adormecidas.

Con permiso...
                    ...te rodearé con las palmas,
trenzaré las manos en tu espalda 
y aspiraré tu aroma.

Despacio, muy despacio
te acariciarán mis labios
e introducirás tu espíritu 
en mi espacio.

Por fuera, a mi nariz, mejillas y ojos
las embriaga tu aliento dulce, afrodisíaco.
Por dentro, a mi ser tu ser
lo baña de un misterio arcaico.

Ancestral enigma es el secreto
que en tu esencia guardas,
por ser un veneno perfecto
que rinde pero no mata.

Te sostengo en donde mereces,
cerca de mi pecho,
por la confianza de tu oreja,
por la seducción de tus silencios.

Ni noche, ni luz, ni cielo,
ni viento, ni verbo, ni dueño de mi tiempo.
¿Mi amante? ¿Un íntimo secreto...?
Yo hablaba le hablaba a mi café, malpensado sin remedio.


martes, 12 de noviembre de 2013

Café da manhã | Prensa francesa o cafetera de émbolo

Foto: Pinterest.
Si eres de aquellas personas que prefieren su café al estilo “americano”, “solo largo” o “carioca” pero que sea un poco más fuerte o espeso que el de una cafetera eléctrica convencional, éste puede ser el método perfecto para ti. Además de obtener un buen café es una vía más económica debido a que las cafeteras eléctricas son las que más energía consumen en general y, gracias a su exitosa divulgación durante la última década, no es tan difícil de conseguir.
     Si ya tienes tu prensa francesa sabes de lo que hablo. Si no, hay un par de cualidades en las que debes reparar cuando la compres y son el precio y el filtro. Suelen ser un poco más caras que las italianas pero más baratas que las eléctricas, entre 7 y 20 euros según lo que necesites de acuerdo al tamaño para tu consumo recurrente. La capacidad de las prensas equivale a una taza de 10 cm de largo (aprox.), o bien, a unas 3, 4 tazas. Sobre el filtro –esto es importante- verifica que llegue casi hasta 1 cm antes de tocar el fondo del envase, no más ni menos o no te servirá: el café puede desparramarse, atravesar el filtro… Catástrofe. Recuerda que lo barato sale caro, así que evita las tiendas de chinos o bazares porque es común que vendan prensas así. Hablo por experiencia.

     Volviendo al grano…

Sobre el nombre...
Afortunadamente, este dispositivo para preparar café se ha divulgado con éxito durante la última década pero no se sabe si su origen es francés o italiano. Lo cierto es que los ingleses divulgaron este dispositivo con el nombre "La Cafetiere", de ahí puede venir el nombre que usamos fuera de España. Me acuerdo que en una ocasión fui a una cafetería en La Coruña y cuando pregunté por la prensa o cafetera francesa no me entendieron, ni siquiera utilizando la expresión "un filtro al que le apachurras y baja". Tuve que hacer señas para que la señora me respondiera "ya sé qué dices, aquí se le llama cafetera de émbolo, sí, sí, y no, no tenemos... quizás en una tienda de chinos o así...". Ya expliqué lo de las tiendas de chinos y, gracias a Dios, hay más opciones. 

Características:
Se trata, básicamente, de una jarra de cristal sostenida por un esqueleto metálico, en cuyo interior se colocan el café a molido grueso y el filtro o pistón sujeto a la tapa. En su simplicidad está la magia.

Cómo preparar café con una prensa francesa o cafetera de émbolo:
Foto: La secuencia no sigue exactamente los pasos pero
quería que tuvieras una secuencia visual para darte una
idea. Esta cafetera da para 4 tazas medianas y es una
ma-ra-vi-lla.

1.- Calentar agua hasta que dé el primer hervor.
2.- Poner de dos a dos y media cucharadas de café por taza en la jarra.
3.- Añadir agua en movimientos circulares de afuera hacia el centro; de esta manera lograrás incorporar todo el café uniformemente. Cuida de no llenar la prensa hasta el borde porque el filtro no debe tocar la mezcla. Utiliza una cuchara para mezclar el agua con el café pero de forma suave y sin batir: hazlo con delicadeza, se trata de favorecer la fusión, no de preparar un pastel.
4.- Coloca la tapa con el filtro hacia arriba y déjalo reposar entre 3 y 5 minutos sin que el filtro toque el café. Hay gente que luego de los 3 minutos vuelve a pasar la cuchara por la mezcla y espera otros 2 o 3 pero, en lo personal, prefiero dejar el café à vontade.
5.- Pasado el tiempo, baja el filtro CON CUIDADO. Si tienes problema para bajar la tapa puede ser por el vapor así que destapa la prensa con cuidado, deja que salga un poquito del vapor. Bajas el filtro hasta que el café esté prensado –no muy apretado tampoco- y sirves en un taza.
6.- Disfruta.

Nota: En un video sugerían que si quieres añadir leche utilices otra prensa, pongas la leche caliente y subas y bajes la tapa hasta que espume. Habrá que intentarlo...

Espero que trates esta opción y te paso algunos consejos a tener en cuenta: 

  1. El café es mucho mejor que el de una cafetera eléctrica porque el agua entra en contacto directo con el grano. El único "contra" que pudieras encontrar -ya dependerá de ti- es que la bebida es más densa, precisamente por el tipo de extracción; en lo personal lo prefiero, e incluso así hay días en que no me apetece un café tan pesado... por ejemplo, si estoy estudiando o trabajando y veo que, como decimos en mi tierra, "aún le cuelga". 
  2. Si no mueles tú el café, asegúrate que en el empaque del que compres diga que es molido grueso o que indique directamente que es apropiado para prensa o de émbolo. 
  3. Para lavar esta cafetera utiliza antes que nada una cuchara para echar el café en la basura y no en el lavamanos, o te ganarás un tapón de aquellos... Sé que es más fácil echarle agua a la galleta de café pero evítalo. Por el bien de todos, principalmente el de tu bolsillo. Otra cosa que te recomiendo es que una vez a la semana o cada 10 días -si utilizas la prensa de forma regular-, desarmes todo el dispositivo y laves cada parte por separado. Sé que para las italianas hay "preparados especiales" pero lo que yo hago es lavar cada parte con el jabón y la esponja normal. Ten especial cuidado en desatornillar el pistón y en lavar la malla metálica. En días normales, coloca agua limpia en la jarra, introduce el filtro y déjalo reposar por unos minutos para que los granos de café atrapados en la malla puedan salir.


Y nada... ¡Que aproveche!





Fuentes:

lunes, 11 de noviembre de 2013

Granitos | Café de quiosco

Esta mañana iba camino a la Jefatura de Policía en Santiago de Compostela y en mi trayecto podía apurar el paso por la Alameda, donde están las Marías. En este parque hay un quiosco de revistas que ofrece "Café para llevar 0.85 €" de la marca Delta, originalmente portuguesa y de mis favoritas en general. Había dos hombres a la espera de ser atendidos y el primero estaba recibiendo su café. Fue en cuestión de segundos pero me detuve y alcancé a ver la crema de su bebida y no lo resistí. Debo decir también que justo esta mañana se nos acabó el café en casa y debo recordar pasar por más cuando vaya de vuelta...
En fin, cuando llegó mi turno le pedí a la señora un "sólo para llevar" y mientras me lo entregaba empezó a platicarme de la nada cosas como: 

"Te lo dejo así porque si le doy más a la  máquina tendrás mucha agua pero café... A mí me gusta negro, por eso sé..."

"Yo también lo tomo así porque no tolero la leche..."

"Si voy con alguien a tomar algo, vale, lo pido cortado o con una gotita... Es una manía mía, ponerle una gotita de leche al café"
                      
                "Sólo leche de soya, o de almendra o así"

Me dio gusto. Eso sí, el café me quedó más dulce que un merengue porque me pasé con el azúcar pero... No sé, un granito más.


viernes, 18 de octubre de 2013

Café da manhã | La cafetera italiana

Me disculpo por la larga ausencia pero he tenido un trío de semanas atareadas en las que la inspiración se ha encaminado a otras cosas, pero ya estoy de vuelta e intentaré volver al hábito de publicar –mínimo- una entrada cada semana.
  En más de una ocasión he mencionado algo sobre la preparación del café en casa (la euforia de las cápsulas, contra el dolor decabeza y “tips” de conservación). Por eso, si ya estás hasta el hartazgo de usar la misma cafeterita de hace años, o si te regalaron alguna cafetera y no sabes usarla, o si nada más te interesa probar tu café con nuevos métodos, entonces, te comparto una guía básica en el apartado Café da manhã.

   Para comenzar, dedico esta entrada a la cafetera italiana, la cual resulta tener otros nombres que desconocía como “cafetera moka” o “macchinetta”, y es bastante común en el lado europeo del Atlántico. En México son más difíciles de conseguir, según tengo entendido, y la que yo tengo la compré en A Coruña (Galicia, España), pero lo que sí puedo recomendar es en relación al precio: una cafetera italiana para una taza de tamaño “americano” -por así decir- o mediana, no debiera exceder por mucho a los 200 pesos MXN (7-12 euros), así que ¡ojo! 
   Bueno, pues a ello…

Origen
   En 1933, Alfonso Bialetti adquirió la patente de la cafetera italiana por parte de su inventor, Luigi di Ponti’s, y la convirtió en “un ícono del diseño industrial del siglo XX” (Infusionistas.com). Actualmente, es una de las cafeteras más divulgadas, principalmente en Europa, por varias compañías y con un éxito notorio debido a su asequibilidad y al tipo de bebida que produce: un espresso de calidad, o bien, un café fuerte y condensado.
   Un dato curioso sobre la invención de esta cafetera es el objeto que la inspiró: una lavadora llamada “lisciveuse”. Recomiendo ver el siguiente artículo: “Lacafetera cumple 80 años”, Directo al Paladar.
Foto: Saria Ryzhevolosaya
(¿A que está genial?)

Características
 Una cafetera italiana consta de 3 partes importantes: cuerpo superior (donde caerá el café preparado), filtro (donde se deposita el café molido) y cuerpo inferior (donde se colocará el agua). Éste último tiene una válvula que te permitirá medir la cantidad de agua necesaria para tu bebida.
    Los tamaños en el mercado varían: las hay para un espresso, para dos o para descalabrar a cualquier intruso (véase foto de Saria). Si tienes una cafetera grande para ti sol@, te aconsejo comprar una pequeña o terminarás desperdiciando café... o peor: recalentarás, y eso no es bueno (véase "Malos hábitos en el consumo del café". 
   Ahora bien, debes tomar en cuenta que el agua pasa más rápidamente por el café que con otras cafeteras, así que el nivel de molido recomendable es un poco más grueso de lo habitual para que el agua caliente no encuentre barreras al momento de pasar. También recuerda que cada cafetera tiene su tipo de molido, por lo que no es bueno que te aceleres probando al azar: pregunta a un experto, o sea, a un barista que te convenza.

Cómo preparar café con una cafetera italiana:
1. Rellena el depósito inferior con agua –de preferencia- a temperatura ambiente y de botella o garrafón hasta antes de tocar la válvula. No vale el grifo porque altera el sabor del café. Personal experience.
Nota: El nivel del agua no debe rebasar la válvula porque, de lo contrario, el filtro con el café estará flotando y la bebida no saldrá bien.
2. Coloca el café en el filtro hasta el tope sin presionar y sin que exceda el límite del borde. Lo que yo hago es sostener el filtro en la mano, colocar el café con una cuchara pequeña o mediana y emparejar el nivel del café sacudiendo con mucho cuidado para cerciorarme de no dejar huecos por los que se pueda filtrar el vapor sin pasar por el grano.
3. Una vez listo el café, lo colocas dentro del depósito inferior con cuidado. Si sientes que flota, saca el filtro y quítale el exceso de agua, pues ésta no debe tocar el café.
4. Enrosca el depósito superior con mucho cuidado de no tirar nada. Sella bien y a la lumbre. Si quieres un café más fuerte utiliza un fuego bajo y si quieres un café más suave utiliza un fuego intenso.
Nota: Acabo de ver el video de la barista brasileña Cecília Sanada y nos recomienda colocar unas gotas de agua fresca en el depósito superior antes de llevar la cafetera al fuego para que no nos quede una bebida alterada por el aluminio calentado. No lo he intentado aún pero cuando tenga una opinión, la comparto en los comentarios.
5. Después de colocar la cafetera al fuego, deja la tapa abierta y estate al pendiente: en el momento en que empiece a salir el café por la pipeta del cuerpo superior, baja la tapa para que después no salpique la bebida debido a la presión. Cuando veas que está dejando de salir el café apagas el fuego; no te preocupes si aún salen algunas gotas, la bebida continuará saliendo gracias al calor. Si dejas el fuego hasta el final, tu café empezará a quemarse y eso, como bien sabes, no es bueno.
6. Deja reposar un poco tu café.
7. Sírvelo.
8. Cuéntame qué tal quedó. (:p)

Personalmente…
   No es mi tipo de cafetera predilecta pero me gusta usarla porque no tengo cafetera eléctrica y me viene a bien cuando tengo prisa. Más allá de su historia y su trayectoria, la cafetera italiana da un café con mucho cuerpo y de forma rápida (no más de 7 minutos). Me ha pasado que se me quema el café o que salpica aún con la tapadera cerrada, por lo que recomiendo que estés al pendiente. 
  Otra cosa: si sólo tienes una cafetera italiana y siente que el café te está quedando más fuerte de lo que te gusta o necesitas, lo que puedes hacer es calentar agua aparte (sin hervir para no quemar tu bebida) y después agregar tu café. Así el impacto no será tan pesado. Personalmente, prefiero poner el café en la taza con agua y no el agua en el café; siento que se mezcla mejor. En el caso de la leche, es al revés: la calientas (también sin hervir para no quemarla y para no quemarte) y luego la agregas a tu café con cuidado. Finalmente, agregas el azúcar criminoso si así lo prefieres. 

   Sin más, ¡que aproveche!

Contacto:
Saria Ryzhevolosaya - Artista.

Fuentes:
"Cafetera italiana, espresso doméstico". Infusionistas.com. 2011.
"La cafetera cumple 80 años". Directo al paladar.2013.

Cecília Sanada - "Como preparar café na Cafeteira Italiana (Moka)" (video).



lunes, 23 de septiembre de 2013

Grano a grano | Cómo conservar tu café

Foto: Tres de mis envases favoritos para café.     
Cuando vamos a comprar café pensamos que basta elegir aquella marca y mezcla que van mejor con nuestras necesidades diarias (intensidad, tipo de molido, precio y caducidad), y ya está: café bueno para el resto del mes. Pues ¿qué crees? No basta con eso. Reflexiona un poco e intenta recordar si alguna vez, pasadas una o dos semanas de haber comprado tu mezcla, el café no te sabe igual a aquella primera taza y te preguntas si tuvo que ver con la cantidad de agua o azúcar... Puede ser, pero hay algo que pasa mientras tú no te percatas y es que el café aún puede cambiar si no lo guardas bien. No basta con abrir la bolsa, cerrarla y dejar tu granito ahí, debes cuidarlo al igual que cuidas tus frutas y verduras... ¿porque las cuidas, verdad? No las dejas pudrirse en el tazón o en el frigorífico... Hmmm...
Foto: Este frasco tenía su destino en
mi alacena...
   "El café es muy noble", me dijo una vez la barista Evlyn Sánchez en un curso de inducción en el Creaespresso de Hermosillo, y es verdad, pero para confiar en su nobleza, es necesario tener en mente ciertos aspectos que no por su facilidad deben ignorarse. En los detalles está la diferencia, y más en el mundo del café. Mucha gente suele hacerme burla o verme raro por poner cuidado en algo tan común, tan universal y de tan fácil acceso pero, así como he aprendido trabajando en la barra, el café no es sólo una bebida: es una experiencia, y el barista Jon Dech -a quien le agradezco sus consejos y lecciones-, concuerda conmigo. 
     Así que, vamos a ello.
Foto: (Arriba - Abajo)
1. Café "Delta | Brazil, Coffee Sensations"
2. Café "Sical".
     1.- La mejor manera de preservar tu café comienza en la compra: consigue café en grano. Molerlo antes de prepararlo garantiza su frescura más que si tuvieras el café previamente molido. Si tienes un molino escondido en las gavetas de tu casa, desempólvalo y muele tu café según el tipo de la cafetera que usarás. La ventaja principal de conseguir café en grano es que "su deterioro es más lento" que el molido, ya que, según John Dech, "en grano, está menos expuesto al oxígeno". Existen molinos en cafeterías y tiendas donde basta con ver el dibujo de tu máquina o pedirle ayuda al barista o empleado, pero si compras café molido, busca el símbolo de tu cafetera en el empaque. También debes atender a qué tan fuerte quieres tu café, pero eso merece otra entrada, de momento me mantengo en lo básico.
     2.- Guarda tu café en un envase hermético. Puede ser de vidrio o plástico, pero evita el papel y el cartón, aún cuando sea el empaque original. Jon Dech nos recomienda: "...mantener el café en grano y molerlo antes de la preparación para retardar su proceso de oxidación. De no ser posible tener un molinillo, guardarlo en un recipiente hermético en un lugar fresco alejado de la luz directa y de olores que pudieran llegar a contaminarlo". 
Foto: Me encantó este frasco, es de vidrio
reciclado y con una tapadera de corcho
que ha dado su lucha, pero ha sido dominada.
     3.- Nada de frigoríficos: "No debe almacenarse en el refrigerador ya que el café absorbe humedad y hace que sea más difícil realizar una buena extracción, nos quedará una bebida débil sin nada que ofrecer". 
   
   Sigue estos consejos y, de verdad, sentirás una diferencia en ese cafecito matutino, vespertino y/o nocturno. Si tuvieras alguna petición o duda relacionada con esta entrada o cualquier otra, eres libre de ponerla en los comentarios. Te dejo el contacto de Jon Dech, y espero que tu café te quede como debe: delicioso.

     ¡Que aproveche!







Contacto:
Jon Dech
-Blog: http://baristajondech.blogspot.pt/
-Facebook: https://www.facebook.com/baristajondech

viernes, 13 de septiembre de 2013

Opinión | "Café de Flore": Un placer audiovisual.

[Comentario personal]
No soy crítica, no he estudiado para la cuestión, pero comparto mi opinión esperando que pueda ilustrar a alguien. Si tienes más recomendaciones sobre filmes relacionados con el café o cualquiera de los temas de esta pieza cinematográfica, por favor... estás a vontade!
Foto: Google.com

Increíble. 
Es la primera palabra con la cual debe comenzar esta opinión, incluso merece un renglón aparte. Si no la has visto, vela, mírala o como se diga en tu país. Es más, deja de leer este blog, prepárate un "relaxing cup of café con leche" y... Ok, olvida lo del "relaxing cup", creo que eso tensó a madrileños, españoles... hispanohablantes... amantes de la lengua española... amantes de Madrid... y no amantes también. Volviendo al grano, debes ver esta película, en serio. 
Para empezar, ¿cómo llegué a este filme? Buscando películas relacionadas con el café. El trailer es poco ilustrador, y por ello me hizo pensar que tal vez, sólo tal vez, las vidas de los personajes comenzaban y/o terminaban en un lugar llamado "Café de Flore", que de hecho existe en París, en la esquina donde la Rue St. Benoit choca con el Boulevard Saint-Germain, según Wikipedia. Por algo el nombre, no podía ser fortuito. Pues resulta que, a pesar de las apariciones de la taza y la bebida, no es el café per-se lo más influyente en esta historia, sino la música. Ylenia Álvarez tituló su comentario en lainformacion.com como "'Café de Flore y la banda sonora de tu vida", y aplica. "Café de Flore" es el nombre del disco de vinilo que inspira al personaje masculino más importante en el filme, y tan lo inspira, que de ser un hobbie en el París de 1969, se convierte en su distintivo como DJ en Montreal en el 2011.
Foto: Extraída de "Café de Flore".
Dirigida por Jean-Marc Vallée, también director de "Dallas Buyers Club" y "The Young Victoria", "Café de Flore" es una película canadiense que circunda a una historia de amor entre un hombre y una mujer, entre un hombre y dos mujeres, entre una mujer y su hijo... La película se desarrolla en dos tiempos contados de forma paralela, tan bien detallados que te da la impresión del "2 en 1"; toda una ganga, ¿no? Personalmente, hubo un momento en que me empezaron a cansar las escenas largas, el no saber qué pasaba con la madre que gritaba en las noches o con el DJ que trabajaba en el avión. Sin embargo y de la nada, los tiempos comienzan a sucederse con cada vez mayor rapidez y todo cobra sentido. Escribo esto de una vez porque es algo a tomar en cuenta así que, prepárate tu café en taza grande o lo que sea que tomes durante una película, acomódate en el sofá, apaga la computadora, tablet, móvil/celular o similares (por favor), y disfruta.
Advertencia: No da para ver este filme distraído. Cada detalle tiene un enlace, un significado en concreto, y aunque algunos indicios se resuelven de manera evidente, otros (como la fotografía del final), requieren de una concentración mayor para adquirir su sentido. 
Sin más, vamos a ello...

Foto: Antoine, interpretado por Kevin Parent.
Mosaico de "Café de Flore".
Montreal, 2011. Antoine es un DJ canadiense de cierto renombre, padre dos hijas -una adolescente y una niña- y novio de una guapísima rubia de nombre Rose, en ocasiones referida como una "bimbo", más por ser la razón de que el matrimonio de Antoine con Carole fracasara, que por falta de consciencia. Carole, por su parte, aprende a lidiar con su divorcio, con su misión de madre que comparte la custodia de sus hijas, y con un extraño y recurrente sueño en el que ella conduce su automóvil con un "little monster" gritando desesperado en el asiento trasero. Ella cree en el poder de los sueños y en carga significativa y, por ello, visita a una médium que le revela verdades difíciles de asimilar. Además, cree en su vinculación con Antoine, ciegamente cree que él volverá: "You're dad and I are written in the stars, ma fille...".
Foto: Carole, interpretada por Hélène Florent.
Mosaico de "Café de Flore".
Mientras tanto, Antoine le cuenta su historia y su sentir a un psicólogo, de manera que nos es posible enterarnos que la infidelidad no fue planeada, no fue buscada y no nació de algún problema con Carole. Sucedió, sólo sucedió, de forma inesperada en una fiesta cualquiera, donde Rose era una de muchos invitados e intercambió miradas con Antoine por vez primera. Cabe decir que Carole observó todo con cierta simpatía y no hizo nada. Sólo rió por la ocurrencia, tan confiada a su familia que no vio mal en que su esposo se perfumara para ir a una reunión de AA donde, casualmente, volviera a encontrarse con Rose, quien sabía del estado "social" de Antoine.
Foto: Rose, interpretada por Evelyn Brochu.
Mosaico de "Café de Flore".
La hija mayor del matrimonio, los padres del DJ y otros personajes secundarios no ven bien la nueva relación pero, para Antoine e incluso para Carole, eso no tiene mayor importancia. El trato entre ellos es ameno a pesar del divorcio; inclusive la ex-esposa no duda de la bondad de Rose y advierte cierto intento de simpatía por la joven. Rose, por su parte, se siente intimidada pero la respeta e intenta ser de su agrado. En principio, pareciera que cada quien acepta su rol para adaptarse a un nuevo modo de vida, pero con el devenir de la película se asoma la complicación de las relaciones.
Carole fue el primer amor de Antoine; desde adolescentes compartieron música y sentimientos, de manera que el vínculo entre ambos se figura como algo tan entrañable, que el DJ admite recordar a su ex-esposa más de lo que quisiera. A pesar de su enamoramiento total por Rose, de lo absorto que se encuentra por ella, carga con la culpa de la infidelidad, cual si algo no terminara de encajar en su vida.

Foto: Jacqueline, interpretada por Vanessa Paradis;
Laurent, interpretado por Marin Gerrier;
Véronique (Vero), interpretada por Alice Dubois.
Mosaico de "Café de Flore".
París, 1969. Jacqueline es madre soltera de Laurent, un niño de nueve años con Síndrome de Down. Debido a que la estadística dictaba que las personas con tal síndrome sólo viven hasta los 25 años, se vuelve el propósito de vida de Jacqueline que su hijo supere tal expectativa. Laurent se convierte en su todo. Juega con él, aprende con él, e incluso lo lleva a la estética de belleza donde trabaja y le enseña a lavar el cabello. Laurent es un niño amoroso, asiste a sus clases como cualquier otro niño y es muy listo; inclusive parece guardar una conexión "secreta" con los aviones y cada mañana pide a su mamá "café", refiriéndose al disco vinilo que incluye "Café de Flore" y otras bandas.
Una mañana cualquiera, Jacqueline está despidiéndose de su niño en la escuela cuando entra en escena Vero, una niña también con Síndrome de Down que se lanza a abrazar a Laurent y a su madre sin siquiera conocerlos. La madre indica con una seña a los padres de la pequeña y a la profesora que no hay problema, y los deja convivir. Con el tiempo, Vero se convierte en una parte imprescindible en la vida de Laurent, hasta el extremo de que el separarlos para que cada quien se vaya a casa, se vuelve en un espectáculo en la escuela.
Jacqueline debía aceptar que alguien más quería a Laurent, y que Laurent no permanecería con ella para siempre...

"Café de Flore" es más que una historia de amor y desilusión. Es una película de aceptación, de encuentros, de piezas encajando en el rompecabezas que es la vida. Es una película para los amantes de la música, constantemente encontrando la inspiración en los sentidos, en la realidad. Recomiendo verla una y otra vez, y dejo algunas frases que me encantaron. Ahora bien, no sé francés, no tengo el oído para citar los diálogos en tal idioma pero me voy a los subtítulos en inglés para que pueda entenderse. Si alguien pudiera facilitar los títulos originales, estaría muy agradecida.

Espero disfrutes esta peli, y me compartas tu parecer.

Te dejo el trailer, la música principal (al menos una de mis favoritas), la escena del baile, la ficha de IMDB y algunas fotografías del filme.

¡Hasta la próxima!


Trailer

Escena de la danza


Frases: Café de Flore
“This is the story of a man with every reason to be happy and the lucidity to realize it. [...] And here’s a boy who doesn’t have every reason to be happy, or the lucidity to realize.

Foto: Antoine y Carole.
Mosaico de "Café de Flore".
“You must be a dream. Or a real heartbreaker.”

“It would kill me if you disappeared, if I couldn’t love you and be with you”.

“It’s not surprising I can’t leave him. […] I’ve loved once in my life. […] But loved like no one else. That kind of love, when you lose it, there’s only one way to survive. You look for an explanation, or else you die”.
 “-[…] are there songs in your life that make you want to crank it up? To live? To make love?
-Please, send me the titles!”

“-Who is that?
-You mean the song or the girl?”

“If only it’d been a masterpiece. No, a pleasant little tune, almost banal, but that makes you want to stop, look around, seize the moment. That makes you see life the way it should always be. Beautiful. You know? Complete strangers all smiled at me like they understood my joy at seeing life the way I see it, thanks to music”.

“It’s funny. Happy as I feel today, I still feel like I’ve fucked things up. Fucked up my life. My family’s life. Like I don’t deserve to live… Don’t worry. I could never do that. I’d never do that to my girls.”

Foto: Mosaico de "Café de Flore".
“I like it. I like the idea. That someone, somewhere is made for you, forever. That’s how I felt at first with my ex. Maybe not as strong as this time, but still… […] Actually, the idea loses its strength, its meaning. It it’s a soul mate… it’s not supposed to end, right? It’s not supposed to happen twice.
[…]
-What made you  leave one soul mate for the other?”

“Know what I like about you? The sense of peace. The peace of mind, knowing what I've found it. That I can stop looking. I’ve finally found someone who feels love like I feel it, who wants to believe in it the way I do”.

“-Even with zero desire…
-With or without libido… with your coffee breath, your habit of breaking things, your hair clogging the tub drain… I choose you. You’re my last and only”.

“The meeting of twin flames is when two souls finds its other half on the path homeward, to the source. The cycle of reincarnation ends. It’s the final relationship that leads to unity. The hardest thing for her right now is to come to terms with the fact that the loved one is not her twin flame”.
Foto: Final... escalosfríos.
Extraída de "Café de Flore".



domingo, 25 de agosto de 2013

Coffee-treats | Receta de Panquecitos de mora azul y limón|Cupcakes de blueberry

Hace unos meses comencé a interesarme por los famosos "cupcakes" como algo pensado para las reuniones con los amigos o para las tardes de estudio. Aunque he probado más recetas de varias cocineras y chefs en la red, quiero compartir una "adaptación" personal del blog de Laura Vitale, cuyo link aparece al final. No seguí al pie de la letra la cantidad de los ingredientes pero me sirvió como punto de partida. Además, la receta original era de "muffins", que no suelen ser tan dulces y son más chatitos que los panquecitos y las magdalenas. Como incluí leche condensada, los postrecitos resultaron más dulces de lo esperado, pero con un balance óptimo.
No soy cocinera, tengo poca experiencia preparando pasteles, panquecitos o "cupcakes", pays/pies/tartas... pero esta receta recibió buenos cumplidos y espero que a ti te pueda servir de guía para un momento de urgencia en que tendrás visitas y poco tiempo. 

Foto: Panquecitos de mora azul.
Bebida recomendada: Leche fría. 
Tiempo de preparación: 1 hora. aprox.
Porciones: 12-14 panquecitos medianos.

Ingredientes

80 gms de mantequilla
3/4 tz. de azúcar refinada
2 huevos
3/4 cda de vainilla
1/2 tz de leche entera o natas
200 gms de moras frescas
1 1/4 tz de harina
1 1/2 cdita de polvo para hornear
rayadura de limón (1/2 si es el amarillo en Portugal o en España; 1 si es el verde en México)

Modo de preparación
     Cernir la harina de dos a tres veces junto con el polvo para hornear.

     Precalentar el horno a 180º (Celsius). 

     Colocar los capacillos de papel en los moldes de aluminio. Si usas moldes de silicona, puedes colocar capacillos si quieres darles una presentación más bonita; si no, no te preocupes, no se te van a pegar pero, por prevención, pasa un poco de mantequilla.

     En un bowl, mezclar la mantequilla y el azúcar. Puedes prepararlos con batidora o a mano, ésta es la belleza de la receta.

    Añadir los huevos, el extracto de vainilla (como no tenía utilicé 1/4 tz de leche condensada... ya, como son prácticamente lo mismo...), la nata o la leche (recomiendo nata) y la rayadura (en la receta original se utiliza naranja pero preferí limón amarillo).

     Agregar el harina de a poco e ir mezclando hasta conseguir una mezcla uniforme. Ojo: La textura debe ser un poco espesa pero aún maleable.

     En un plato redondo o bowl, mezcla las moras con un poco de harina para evitar que se vayan al fondo. Añadir a la mezcla.

     Llenar cada capacete a la mitad o hasta 3/4. Yo me pasé de esta última medida y algunos panquecitos se rebelaron...

     Colocar los panquecitos en el horno y dejarlos entre 25 y 30 mins. Para verificar si están listos, abre el horno con cuidado e introduces un palillo de madera o un tenedor en dos o tres porciones. Si salen limpios, están cocidos; si no, verifica cada 5 mins.

     Espera a que enfríen y ¡que aproveche!

Observaciones
1.- ¿Por qué usé leche condensada en vez de vainilla? Por dulce y porque no es fácil encontrar aroma/sabor de vainilla en donde me encuentro. La condensada estaba ahí, yo estaba ahí... los astros se alinearon... El resultado: panquecitos dulces, deliciosos, y nada empalagosos.
2.- No te asustes si las moras se abren en el horno: es normal. No quiere decir que los panquecitos ya estén listos.
3.- Si quieres usar un "topping", sugeriría uno de sabor sutil como de vainilla, y adornar con un poco de rayadura de limón o unas moras. 

Espero te sirva esta receta, y si tuvieras alguna recomendación o sugerencia, siéntete libre de añadirlo en los comentarios. Como dije, no soy experta, voy aprendiendo, y me interesa mejorar, así que... à vontade!


Fuentes