jueves, 15 de agosto de 2013

Café Universitario [Parte 1] | En pos de tu café.

Hace tiempo que cargo con las ganas de escribir esta entrada pero, por una u otra razón, la había estado postergando. Quizás porque no encontraba el momento apropiado, pero ¡qué mejor que la temporada del regreso a clases!
Gran parte de la vida estudiantil se desenvuelve gracias y en torno a nuestro querido granito; por ello, merece un apartado especial con todo el cariño y sinceridad posibles. Si vas empezando tu carrera universitaria, esto es para ti: disfruta cada momento. Vas a reír, vas a llorar, vas a cambiar de decisiones, equivocarte, acertar, dudar y muchísimas cosas más. Básicamente, vas a descubrirte en varias fases. La universidad, más allá de una titulación, se trata de un álbum de experiencias. Estés o no estudiando aquello que más quieres, get the best of it. Te arrepentirás si no.
¡Volviendo al grano!
Como esta cuestión es un tanto amplia de tratar, he preferido hacer una sección especial dividida en secciones. Espero te sirva algo de lo que leas aquí; y si tuvieras más sugerencias o preguntas, siéntete libre de dejarlos en los comentarios.
¡Que aproveche!

Parte I: En pos de tu café
Los meses de agosto y septiembre poseen un aura extraña marcada para lo posteridad con el siguiente hecho: el regreso a clases. Seas de los que detesten el primer día, seas de los que les da lo mismo, o seas de l@s que nos emocionamos, nos ponemos mon@s y llegamos con la sonrisota a todo lo que da… hmm… es una realidad que levantarse ese primer lunes y estar al máximo será una odisea. Para algunas personas, el café es tan o más imprescindible que el “outfit” elegido y, a menos que bebas en casa o lleves tu termo a la escuela, es muy posible que te sientas con la inspiración de tomar algo en la cafetería de la escuela (preparatoria/bachillerato, universidad) para despertar, desayunar, platicar con tu gente, ir por un “refil” para tu dosis diaria… Cuidado. El café de las universidades no suele ser el de la más alta calidad.
¿Por qué? Rectores, profesores, alumnados, bibliotecarios, empleados de oficina, de limpieza, y demás miembros de tales instituciones académicas perviven el día a día gracias a este granito. ¿Por qué no proveer a las cafeterías y máquinas de café con mezclas de… ya no digo alta pero de buena calidad? Seamos francos: el cerebro no se motiva a seguir trabajando con tragos de desazón, así que si tuvieras la oportunidad de beber algo mejor que “el de la maquinita” o ese que te sirven “el don” o “la seño” y que te quema lengua, garganta y por donde pase… aprovecha. Si no conoces más que “la cafe”, tienes dos opciones: preguntar a quien veas con cara de buenos amigos y que porte un vaso de los “para llevar” (sirve que te relacionas con más gente), o buscar los puntos más cercanos (a pie o en tu móvil u ordenador).
Para cuando vayas a buscar un buen sitio para tomar café cerca de tu escuela, te recomendaría lo siguiente:
1.- Tómate tu tiempo. Si tu escuela se ubica en un área con más de dos opciones, puedes invertir poco más de una semana para experimentar esa bebida “base” para ti. Es decir, si te gusta el café negro, ve y pide el café negro; bajo tus condiciones, sabrás si es factible o no que vuelvas. Si no tienes una bebida favorita o tienes varias y simplemente te domina la indecisión (o todas las anteriores), te recomiendo elegir un café con leche, sea capuccino, latté o la modalidad más popular en tu país (meia-de-leite en Portugal y café com leite en Brasil). ¿Por qué con leche? Porque de esta manera sabrás la calidad del café y, a menos que estés acostumbrado a los espressos sencillos, dobles o cortados, no atacarás a tus niervos. Si te gustaron la primera bebida y el servicio, vuelve e intenta probar algo diferente. Si no, pero te quedaste con ganas de experimentar alguna opción, adelante. No le temas a la novedad.
2.- Prueba tu café “al natural”. Sin azúcar, mascabado o similares. Esto es recomendable porque, además de experimentar la calidad del café, puedes calcular cuánto necesita para llegar al punto justo de tu paladar. Si te precipitaras a añadir tus reglamentarias cucharadas de azúcar y no has probado la bebida antes, puedes arruinarla sin darte cuenta.
3.- Mantente en tu presupuesto. Es importante cuando eres estudiante.
4.- Ve con tiempo disponible. Si ves que hay fila y que el servicio está lento, olvídalo, no te arriesgues. Clases primero.
5.- Si pediste tu café para llevar (que es lo más recomendable cuando continúan tus clases) lleva contigo un sobrecito extra de azúcar o endulzante y dos o tres servilletas. Primero, es mejor arreglar tu café cerca del aula de clases; segundo, tropezar es común y una servilleta no está de más. Algo que acostumbro hacer cuando pido café para llevar es tomar una servilleta para encajarla con cautela en la boquilla de la tapadera, y otra a manera de porta-vaso para no quemarme si la bebida se desborda o si el café está hirviendo.

Ahora, dos consejos para cada vez que seas cliente: Primero, trata a quien te atienda con respeto. Es verdad que tendrás el dinero, pero ello no te licencia para exigir. Segundo, no tengas miedo de preguntar. Nos pasa a todos y luego nos damos un quemón… literalmente. Si no sabes qué es cada cosa o si tienes dudas sobre las descripciones de las bebidas, solicita el consejo del barista o mesero: tú estás en tu derecho y ellos en su obligación al proporcionar un servicio.

Un último “tip”: consíguete un termo/vaso térmico. Te será bastante útil para ahorrar. Asegúrate de que cierre bien y puedas llevarlo en la mochila para evitar pérdida de apuntes, libros, o del objeto en sí. 

Sin más que añadir de momento, ¡disfruta tu día!

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